LA DEMENCIA CONFIRMADA

Más allá de todo lo que hemos descrito como los signos más habituales del comienzo de una demencia, f que son funda mentales para la percepción de los familiares, la posterior consulta, y el diagnóstico preciso del médico, existen tam bién signos que nos indicarán la presencia de una demencia confirmada.
Veamos cuáles son algunos de esos signos:
• El paciente ya no puede sostener más una posición de nor malidad frente a su entorno familiar o laboral.
• Sus posibilidades de disimular están sobrepasadas.
• Los errores, los olvidos, los equívocos, pueden ya no ser "casuales", sino llegar hasta la incoherencia.
• Ya no se trata de dificultades sociales, de integración, o profesionales o del trabajo, sino que la desorganización mental es mayor, sobrepasa la simple dificultad pasajera o de'confusión de algunos datos o actividades.
• Esta desorganización mental, intelectual y de la memoria, va a llegar o puede llegar a desembocar en una desorienta ción témporo espacial (falta de orientación en tiempo y es pacio) a veces completa.
• Las actividades son discontinuas y se suceden con encade­namientos que a veces son difíciles de entender, es decir que están articuladas por una lógica interna personal del pacien te, sobre la cual nada sabemos y de la que nada entende mos.
• Sus propósitos traducen la misma incoherencia que tienen * todos sus actos, por lo cual puede llegar a ser necesario guiar al paciente en sus actividades habituales y en sus con ductas ordinarias.
• La declinación desde el punto de vista "ético" y del cuida do de las conductas sociales y de urbanidad, ya es clara, por eso aparecen gestos o conductas algo antisociales que an tes estaban ausentes o inhibidas.
• El paciente puede volverse grosero y no respetar las nor mas sociales elementales.
• Es habitual en este período la aparición de conductas inex­plicables de exhibicionismo sexual (mostrar), o de voyeuris-mo sexual (atracción por espiar o mirar cuestiones relativas a lo sexual); todo esto estando antes ausente de la persona lidad del sujeto.
• En este estado también se manifiestan síntomas neuroló-gicos: trastornos motores o de la tonicidad.
• También aparecen trastornos afásicos (de dificultades o pérdidas en el área del habla) o afásico - agnósicos (del ha bla y el conocimiento o razonamiento).
• Por todo esto, el demente empieza a quedar librado a con ductas estereotipadas del movimiento, que son cada vez más elementales, que pueden llegar simplemente a gestos que le dan una apariencia de autómata inmóvil, rudimentario.
• Su movimiento parece haber perdido toda finalidad.

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